POEMA DE ALEJANDRO AURA EN RELACION CON SU PARTIDA



04 AGoSTo De 2008
En cualquier momento
pueden llegar a mi casa,
a mi dulce casa,
o encontrarme en la calle,
en un café,
en un taxi.
La ráfaga hunde sus aullidos
como uñas de histérica en la carne.
Una cosquilla última
y sentiré riéndome
que estoy de nuevo en la cuna.
Pero en fin,
la vida ha de ser este murmullo
sin acentos, este traje,
esta ciudad llovida
y nada más.
2
La última calle de la ciudad no existe,
en las orillas a todas horas nacen calles
bajo los pies de los que pasan,
y transitan muchos más sueños
de los que el gobierno se imagina;
por eso no es posible contarlas,
no es posible manejar a la ciudad
con una tabla aritmética;
en realidad nadie sabe qué ocurre,
nacen calles de los nombres que se
piensa ponerles
y hay que estar inventando palabras
nuevas
para simular que la situación se ha
dominado.
3
Un árbol hace las veces de memoria,
mil varones caminan con el día nublado
y el pantalón barato,
cada muchacha que pasa me degüella
un poco,
ay sitio en que nací para perderme,
de cada gente que pasa voy colgado
y en el aliento de todos hundo mi cuerpo
como un aire frío,
ya no cantaré, ya no cantaremos nada,
mil veces se levanta el sueño
y la vigilia derrotada cae
retumbando entre las bolsas, bien
vacías.
4
Cuando me muera me querrán vestir de
negro,
meterme en un cajón de lágrimas y
espasmos,
ahorrarse mis olvidos con palabras de
adiós,
despedazar el timbre de mi voz dispersa;
urdirán historias casi verdaderas
acerca de lo que mi pobre cuerpo hacía,
contarán anécdotas ocultas de lo que
vivía yo solo,
dirán que dije, que me dije a mí mismo,
que pensé;
harán rabiosas muestras de experiencia
esclareciendo las oscuridades de mi
piel,
se pondrán mis zapatos negros y mi
traje azul
y usarán corbatas que combinen mejor
que mis corbatas viejas.
Ay, carajo, amor, mejor tírame al mar,
ocúltame en un pueblo desconocido,
invéntame otra vez.
O aquí pondré mejor lo que quiero hacer
cuando me muera: échame en la gran
boca
de una revolvedora de asfalto
para volverme sin que nadie sepa
calle, o plaza, o edificio.
5
¿Esto es el mundo?
Agua salada, agua salada,
hace horas que me ando escabullendo
de la palabra amor.
Que este perro que me ronda
alce su copa y brinde por Europa.
Poemas de A. Aura tomados del libro Volver a casa, Ed. Joaquín Mortiz, 1974.

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