Se fué despacio... y al amanecer







La vida de Mercedes Sosa, La Negra, se apagó definitivamente a las 5:15 horas (3:15 am en México), después de un agonía de cinco días, fruto de una dolencia hepática. En un escueto comunicado los médicos del Sanatorio La Trinidad y la familia dieron la noticia que todos lucharon durante la vigilia de las últimas horas por demorar.

La voz de América, la folclorista argentina más importante de la historia, la artista de 74 años que paseó a Latinoamérica en el alma, dejó de existir dejando una vasta y extensa obra con 46 trabajos discográficos y varios temas que en su voz se convirtieron en verdaderos incunables.

Sus restos son velados desde este mediodía, en el Salón de los Pasos perdidos del Congreso de la Nación, donde allegados, colegas, amigos y seguidores van fluyendo por la capilla ardiente para manifestar el dolor y brindarle el último adiós.




Cantante de zamba, chacareras y gastos desde su adolescencia, La Negra, había formado parte a fines de los años 50 y comienzos de los 70 del "Nuevo Cancionero popular argentino", de la mano del poeta Armando Tejada Gómez y de su primer esposo, Manuel Mathus; con quien tuvo a su único hijo Fabián Mathus, quien desde muy joven se erigió en el productor y representante de su madre.

Influenciada por su hijo, Mercedes partió de esa base folclórica para albergar otros géneros. Tanto el mundo del rock como el del pop, la lloran por igual, porque fue una artista pionera en incursionar en esos géneros desde el folclore más clásico.

Fue al regresar a la Argentina, en 1982 después de ocho años de un terrible y doloroso exilio al que la había condenado la dictadura militar, cuando abrió su voz a cantantes como Charly García o León Greco y a Piero. Su militancia en el Partido Comunista y después en un progresismo independiente, la llevó a cantar en numerosos festivales políticos y solidarios.

Había nacido en la ciudad de Monteros, en la provincia norteña de Tucumán, en 1935, en el seno de un hogar humilde, junto a dos hermanos. Dueña de una voz privilegiada desde niña, sus primeros pasos los dio en las emisiones de Radio Nacional Tucumán con tan sólo 15 años y un seudónimo para ocultar su timidez, Gladys Osorio.

Justamente su voz fue casi una obsesión. No dejó de educarla y de perfeccionarla hasta su vejez. "Estuve en Madrid, un par de meses estudiando canto, porque yo necesito cuidar mi voz", había dicho a la prensa en el 2005, en una verdadera muestra de su reconocido profesionalismo.

Alfonsina y el Mar, Volver a los 17, Cuando tenga la Tierra, Te Recuerdo Amanda, son algunos de los temas que componen su vasto repertorio, distribuido en 46 trabajos discográficos.

En el último Cantora, un álbum doble, dedicado a duetos, se dio el gusto de grabar con interpretes de todas las épocas y de todos los géneros, Shakira, Julieta Vanegas, Diego Torres, Fito Páez y Calle 13, grabaron con ella, como si se tratara del más cálido homenaje que una artista de su altura haya podido recibir.

"Fue un mujer muy solidaria. Ella nos llamaba para grabar. Tenía una generosidad, que mucha gente no conocía. Fueron más de 40 años de compartir trabajos, años de exilio en España y muchas otras cosas. Era un madre, una hermana, una amiga. Hoy nos quedamos con un vacío enorme", afirmaba dolorido Piero, con quien La Negra había grabado Coplas de mi país y Soy pan, soy paz, soy más.

Si bien su carrera fue extensísima, cobró fuerza en 1965, cuando después de pasar numerosas vicisitudes económicas, había decidido abandonar e irse a Tucumán. Hasta que el cantante Jorge Cafrune (asesinado por la dictadura en 1976), la convocó para actuar y grabar un trabajo. Desde allí no dejó de trabajar nunca más. Militante comunista hasta que en 1974 debió exiliarse en España, primero y en varios países europeos después.

Su recordado regreso al país, tuvo lugar en 1982, con 11 recitales en el Teatro Opera y un renovado repertorio, cuya novedad para los argentinos era la poesía de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.

Memorable fue su concierto en la ciudad de La Plata donde una bomba, que había estallado horas antes en el escenario, no la amilanó ni a ella ni a decena de miles de personas que habían colmado el estadio de Estudiantes de La Plata.

Cautivó a varias generaciones de jóvenes con la que comenzó a caminar a través de canciones: Inconsciente colectivo, El tiempo es veloz, Vengo a ofrecer mi corazón, María, María (del brasileño Fernando Brant), "O que será" de Chico Buarque y cientos de temas de los más diversos compositores latinoamericanos, poblaron sus actuaciones desde su regreso definitivo a la Argentina en 1984.

Ni sus reiteradas dolencias hepáticas o pulmonares de los últimos años habían logrado detenerla en los últimos años. Salvo un paréntesis entre el 2003 y el 2005, siguió actuando y grabando casi al mismo ritmo.

Giras por todo el mundo, mujer destacada de al Cultura, Ciudadana ilustre de Tucumán y Buenos Aires. Emabajdora cultural de la UNESCO, entre numerosas distinciones y premios, Mercedes había sido inclída recientemente por la Secretary-General United Nations Politic World Conference on Women, en el Global Divas, un trabajo discográfico que incluyó a las voces más importantes del mundo junto a Edith Piaff, Marlene Dietrich, Amalia Rodrigues, Lucha Reyes, Miriam Makeba, Celina González, Marian Anderson, Aretha Franklin, Elis Regina, Maria Bethânia y Gal Costa.

No fueron pocas las veces que se quejó del trató que la prensa y los gobiernos argentinos le habían otorgado, cuando en el mundo era tratada como una personalidad.

"Creo que nunca tuvimos idea de la verdadera dimensión de artista que tuvo La Negra y todo por esa sencillez que la caracterizaba", intentaba explicar entre lágrimas Gabriela Pontoriero, mientras hacía la fila para darle el último adiós en el Congreso.

En los últimos tiempos, la presidenta Cristina Kirchner, la había homenajeado en diversas oportunidades. Ayer, ella también la lloraba, como la lloró la chilena Michelle Bachelet ("Se nos fue la voz más vigorosa de América Latina porque la que sentía un gran cariño"), y millones en todo el mundo.

Una de las máximas exponentes del canto popular, un símbolo de la libertad, la mujer que le puso voz a los olvidados, los había dejado.

Se fue Despacio y al amanecer, Calladita, sabiendo que su razón, "no pide piedad... se dispone a partir...", no le gusta "Las muerte ritual... sólo dormir, verme borrar..." Porque una historia la recordará, viva..." Así se fue" La Negra, ajustándose a la letra de la Zamba para no morir.


No sin antes darle un inmenso y aclamado Gracias a la Vida...






Gracias a la vida... que nos dió esa voz
Café y Petróleo
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